domingo, 20 de abril de 2014

De Vikingos y Princesas... (5)

Capítulo V (Rabia)




Estaba oscureciendo. Empecé a recoger mi cesta y el pescado que habíamos obtenido al final del día.

-          Chicos!- Les llamé.- Volvamos a casa.

Desdentao, Merida y Angus, quienes estaban jugando entre ellos en lo que parecía una feroz batalla, me miraron.



-          Ya es hora ¿?- me preguntó Merida con el cabello aún más alborotado que de costumbre y con la cara sucia.

-          Pues sí, está oscureciendo, vamos.- sonreí.

Avanzamos por el mismo camino anterior para regresar a casa. Siempre que volvía cargado con el pescado de la semana tardaba bastante en llegar. La razón, era pesada, yo era un flojo y mi pierna no me ayudaba mucho a mantenerme en buen equilibrio.

-          Te ayudo ¿?- Oí que preguntaba la pelirroja a mi lado.

-          Tranquila, está bien yo puedo. “ Solo faltaría que una chica cargara mis cosas, que clase de Vikingo seria entonces, ya soy lo bastante diferente del resto”
Vi que ella levantaba una ceja indicándome de manera muda un “Y porque no ¿?”

-          Soy un Vikingo.- Respondí intuyendo la expresión de su cara.- En serio que puedo yo solo.

Ella relajó su rostro y miró hacia delante.

-          Una cosa esta clara, todos los Vikingos sois unos tozudos.- Soltó sin más.

-          Oye!- me quejé.

-          Incluido tú!- me señalo.

“Pero que estaba insinuando ¿?”

Desdentao se rio.

-          Todos os burláis…- hice un puchero como un niño pequeño.- Esta frase aún les dio más motivo para reír.

Cuando no quedaban más que unos minutos para llegar a mi casa resbalé por el camino y caí de bruces.

-          Arg! Que daño!- me miré la pierna.- Genial, ahora tendré que repararla y engrasarla. Por culpa de este frio me es muy difícil andar con ella.- murmuré para mí mismo.
Mi dragón se acercó, yo me apoye en él y me ayudó a levantarme.

-          Campeón!- le llamé.- Puedes acercarme la cesta para que pueda cargarla¿?

-          Ya la tengo yo.- dijo la chica con la cesta en su espalda.

-          Que haces ¿? Trae yo…

-          Como vuelvas a decir que tú puedes solo, vas a recibir un buen golpe.- me amenazó.-  Además, pretendes hacer que tu dragón con la ala rota, te cargue a ti que no puedes andar y encima de ti la cesta llena de pescado ¿?! No seas egoísta.- Me riñó.

-          Pero que…

-          Vamos.- Me interrumpió la pelirroja sin que fuera capaz de responderle.- No queda mucho para llegar.
Angus y Merida empezaron a alejarse mientras avanzaban por el camino. Mi cabeza estaba al límite, no podía procesar lo que me acababa de decir esa chica.

-          Yo… no la entiendo… no la entiendo para nada… Esto solo demuestra las palabras de mi padre…- susurre en voz baja viendo la espalda de la chica.

Mi furia nocturna no dijo nada, pero pude entender  la cara que me puso en seguida. 


-          “Hipo, eres tonto.” – Eso fue lo que mi dragón me dijo con la mirada.- “Pero porque ¿?”
Mi dragón (como la mayoría de todos los dragones) era orgulloso de su fuerza, entonces porque no le sentó mal que ella nos tratara de débiles¿?

Esta vez fue la primera, desde que lo había conocido que no entendí a Desdentao.

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Cuando llegamos a casa papa aún no había regresado. Merida colocó la cesta de pescado a un lado de la mesa del comedor.

-          Bien, cocinar el pescado es mi especialidad.- dijo animadamente ella.- Como lo prefieres, frito, rebozado, en sopa… Hipo¿?- me preguntó al ver que no le respondía nada.


Me di cuenta de que me hablaba a mí. Levanté la mirada hacia ella.

-          Y qué más da.- le respondí seco.

Me senté en una de las sillas del comedor y comprobé el estado de mi pierna. Ella se acercó a mí.
-          Pero que tripa se te ha roto ahora ¿?!. Preguntó ella con una voz dura.

-          Qué que tripa se me ha roto ¿?! Bien, te lo diré!- contesté hastiado.- Tu!- La señalé.- Desde que has llegado se me ha complicado la vida tres veces más!!-  exclamé levantándome de la silla y mirándola fijamente.- Como si con mi padre y las responsabilidades de la aldea no tuviera suficiente!

Ella me encaró y nuestros rostros se quedaron a milímetros de distancia. Eso me ponía nervioso, pero mi rabia podía aún más.

-          Que ¿?!- Grito ella.- De que vas ¿?! A qué viene todo esto ¿? 



-          Pues a que no quiero que interfieras en mi vida, eso es todo!

-          En serio ¿? Espera, espera, todo esto es porque hoy he pescado más que tú y porque he cargado con la cesta que TU no podías llevar ¿?.- Contratacó ella con altanería.

-          Claro que podía! Siempre lo hago yo solo! Eres tú la que se mete en donde no la llaman!Merida apretó los dientes con prepotencia y me cogió de las solapas de mi cuello.

-          Sabes ¿? Yo solo quería devolverte el favor por no haber matado al oso! Pero veo que los Vikingos sois unos desagradecidos.- dijo apretándome aún más la camisa con sus puños.

-          A eso le llamas un favor ¿? Dejarme en ridículo ¿?! Mira estoy harto de todos vosotros…

TOC TOC.

Sonó la puerta y eso nos interrumpió. Tanto Merida como yo paramos de gritar al oírla. “Porque rayos papa llama a su propia casa ¿?”

La chica me soltó y me dio la espalda. La parte superior de mi camisa quedó algo arrugada por la presión que ella había ejercido al cogérmela con tanta fuerza. Yo me pase las manos por encima y la alise un poco.
Me acerqué a la puerta de madera dispuesto a abrir, estaba malhumorado y acalorado por la discusión. Cuando toque la perilla para bajarla oí:

-          Hipo, estas en casa ¿?

Me congelé al instante y todo mi enfado fue rápidamente sustituido por miedo. “Que hacia Astrid aquí” ¿? 

Me giré hacia Merida.

-          Escóndete!- susurre.

Ella me miró algo incrédula.

-          Como ¿?

-          Que te escondas y no hables! Nadie puede verte aquí!- seguí susurrando.- Vamos sube a mi habitación y no salgas!

-          Pero porque…

-          Haz lo que te digo y luego te lo cuento!- la interrumpí.

La ojiazul me observó molesta, aún estaba enfadada conmigo. Pronto suspiró decepcionada. 


Se giró y subió las escaleras. Abrí la puerta de la entrada, una vez oí como Merida cerraba la suya.

-          Hipo!- saludó Astrid al verme.- Que te ha pasado ¿?!- preguntó al verme a mí con la pierna ortopédica rota.- Ah! Y a tu dragón ¿?!- Exclamó al ver sus vendajes en el ala.

Es verdad, Astrid no sabía nada de mí escapada el día que discutí con mi padre, ni nada de Escocia y por supuesto mucho menos de mi nueva inquilina.

-          Ammm… bueno verás… tuvimos una pequeña caída en uno de nuestros vuelos, hehe…- mentí riéndome nervioso.

-          Pequeña ¿?!- dijo levantando una de sus rubias cejas.- En fin yo solo venía a ver como estabas, y bueno, a recordarte lo de pasado mañana.

“Pasado mañana ¿?”- Pensé algo confuso.

-          No me digas que lo has olvidado¿?

-          Eh… ¿?. Parpadee algo nervioso.

Astrid me golpeó en el brazo con su puño.

-          Habíamos quedado para ir al claro del bosque.- me riñó.- Era... una cita.- siguió bajando el tono de voz.

Abrí  los ojos y me sonrojé violentamente. Desde el incidente en Escocia mi vida había dado un vuelco enorme y apenas había podido acordarme de mis planes pasados.

-          Cla...claro, hehe, vamos.- sonreí.
Ella asintió satisfecha.

-          Por cierto, puedo pasar ¿?- preguntó contenta.

Sudé frio. Disimuladamente miré hacia  la puerta de mi habitación. No era buena idea. Nadie debía saber de ella. Y menos Astrid, si, sobretodo Astrid. Tenía que sacarla de allí.

-          Emm… Bueno había pensado ir al taller de Bocón para repararme la pierna.- Le indique levantándola un poco.- Si quieres puedes acompañarme.

-          De acuerdo.- dijo sencillamente ella.-Vamos.

Salí por la puerta y antes de cerrar me despedí de mi dragón.

-          Amigo quédate y cuida de …- miré rápidamente mi habitación.- la casa mientras yo estoy en el taller, de acuerdo¿?- dije con la voz más elevada de lo normal para que Merida lo oyera.
Mi furia nocturna asintió un par de veces.

-          Adiós!- Me despedí cerrando la puerta.

Astrid y yo fuimos al taller. Cuando llegamos, empecé a preparar las piezas para reparar mi pierna. Ella por su parte me contaba las novedades de la aldea y cosas graciosas que le habían pasado durante los días en que no nos habíamos  visto. Me divertí, hablando con ella y pude calmar mis nervios. Al cabo de un par de horas Astrid tuvo que irse.

-          Bueno Hipo, tengo que irme. Nos vemos pasado mañana. Por cierto, suerte con lo del entrenamiento.- Sonrió algo afligida.

-          Ah… si claro…- Sonreí forzadamente.

Astrid salió cerrando la puerta tras de sí y yo le di los últimos retoques a mi pierna. Ella lo sabía, lo de mi entrenamiento…

“Así que con la excusa de ver como estaba me ha entretenido toda la tarde para que no pensara en ello.”- Sonreí.

A Astrid no se le daban bien la palabras de consuelo o ánimo, así que lo hacía a través de sus acciones. Había pocas personas así.

“Personas así…”
Cierta pelirroja me vino a la mente- Suspiré. Me había pasado y me había dado cuenta de ello.
Guarde todos los materiales en el cajón de madera que había cerca de la ventana del taller. Si… Merida se parecía a Astrid… Abrí los ojos de golpe y me di cuenta de algo.
Había sido ella! Si! Había sido ella la que me había estado animando a su manera. Ella era la que, me había distraído durante todo el día, evitando que pensara en mis problema, justo como Astrid ahora. Yo no me había dado cuenta  y mi dragón se había percatado antes que yo. La había culpado de mis agobios y pagado con ella todas mis frustraciones.

Tenía miedo, y eso era la realidad. Tenía miedo que las palabras que me había dicho mi padre fueran más ciertas de lo que estaba dispuesto a admitir. Y Merida sin querer y ayudándome me había hecho sentir algo inútil y descargué mi rabia contra ella.

-          Ah… genial Hipo… eres un bocazas.- me dije a mi mismo.



Cogí algo de aceite para llevármelo a casa y engrasarme la pierna allí, más cómodamente. Además quería cambiar el vendaje de Desdentao y aclarar las cosas con Merida.

-          No estará muy enfadada… verdad ¿?

Sudé de regreso a casa esperando de parte de ella un buen puñetazo algo merecido.
Abrí la puerta de casa. Mi padre había llegado y estaba cenando solo en la mesa.

-          Emmm… Hola papa.- Saludé algo incómodo.

Él me devolvió el saludo asintiendo con la cabeza.

-          Has visto a Desdentao ¿?- Le pregunté buscándolo con la mirada, por el comedor.

-          Esta arriba con Merida.

-          Bien, entonces voy.

-          Hijo.-Me llamó cuando subía las escaleras.- Recuerda no llegar tarde mañana en la arena.- Puntualizó recalcándome que no faltara a mi entrenamiento.

-          Si, padre…- asentí desganado. No tenía otra opción más que aceptar por ahora, papa estaba decidido y yo ya había discutido bastante por hoy.

Llegué a mi cuarto algo nervioso y llamé. Al no recibir respuesta me atreví a entrar.
Merida estaba sentada en mi cama hojeando uno de mis tantos libros. Llevaba una de mis camisas viejas que ella usaba para dormir. Al ser algo más alto que ella le llegaba hasta medio muslo y le iba algo holgada. Debajo llevaba unas mayas gruesas a modo de medias que se ajustaban a su cuerpo y hacían la función de pantalones.

Me sonrojé furiosamente al pensar que en cierto modo ella y yo compartíamos ropa y que debajo esa camisa desgastada, que yo había usado tiempo atrás, ahora se encontraba la piel nívea de esa chica.
Aparté la vista al percatarme de mis pensamientos “poco adecuados” y vi a Desdentao tumbado en el suelo al lado de la cama, durmiendo.

-          Ho…hola.- Saludé algo nervioso.

Mi dragón levantó la cabeza al darse cuenta de mi presencia y se acercó contento. Le acaricié la cabeza suavemente y me fijé en que sus vendas estaban recién cambiadas. Miré a los pies de la cama y vi las antiguas vendas. Merida se las había cambiado.

Sonreí para mis adentros. “Gracias…”

Miré a la ojiazul, pero por su parte no hubo ninguna respuesta ante mi saludo. “Empezamos bien…” ironicé abatido.

Me acerqué un poco a la cama dispuesto a hablar con ella, pero la verdad es que no sabía por dónde empezar.

-          Emm… he llegado- dije cuando me acerque a su lado.

Merida me ignoró completamente, pues ni siquiera levantó  la vista del libro que tenía en sus manos.
-          …Bueno... Y que lees ¿?- le pregunté sentándome a un lado de la cama. Pero tampoco recibí respuesta.
Moví mi cabeza agachándola un poco para poder leer el título de la portada.

-          Figuras mágicas y mitológicas de las creencias Vikingas.-  leí en voz alta.- Vaya, no pensé que a ti te gustaran este tipo de…

Merida me interrumpió.

-          Hipo, que quieres ¿?.- preguntó fulminándome con la mirada y bajando el libro hasta posarlo en sus rodillas.


Suspiré cansado.


-          Lo siento, vale ¿?. Solté sin más.- Lo reconozco me he pasado y te he echado a ti las culpas de todos mis problemas. Así que perdona.- Bajé la mirada arrepentido.

-          Y ¿? Algo más ¿?- me preguntó ella aún enfadada.

-          Sí. Que soy un estúpido sin remedio.- Confesé suspirando.

Oí como la pelirroja cerraba el libro y relajaba los músculos de su cara.

-          Bien, disculpas aceptadas.- respondió.

Aliviado porque ella me perdonará fácilmente sonreí contento hacia ella.

-          Gracias, Merida.- ensanche mi sonrisa.

Ella me miró fijamente y luego se tapo el rostro algo nervioso, con el libro.

-          Bueno… pues iré abajo a cenar y me iré a dormir un poco.

-          Hipo, hay algo de pescado que he preparado en la mesa del comedor.

La miré sorprendido, aún seguía detrás del libro. “Ella… me había preparada la cena a mí también ¿?”
-          Pues voy a probarlo, la verdad es que tengo hambre! – conteste muy contento.- Ha sido muy amable de tu parte.

-          Amable ¿?.- Ella preguntó- Bueno tendremos que repartirnos las tareas verdad ¿? Hoy yo he cocinado y mañana tú me llevarás a ver tu entrenamiento.- Comentó con cara traviesa.

-          Que ¿?!

-          Quieres que te perdone, verdad ¿?

Yo asentí aún perplejo. “Eso era chantaje¿?”

Pues ya sabes. Hasta mañana.- se despidió.- Buenas noches.- dijo demasiado alegre para mi gusto.
Salí de mi habitación, seguido por Desdentao. Estaba  algo pálido. “Llevarla conmigo ¿? Iba en serio ¿?! Y si la veía alguien ¿?!

-          Awww… esta mujer es una chantajista.- pronuncié al bajar las escaleras.

Aun así sonreí. Merida tenía sus cosas pero la verdad es que me parecía, alguien curiosa y solía hacerme reír.

-          Bueeeno.- me dije a mi mismo sentándome ya en la mesa del comedor.- Espero que la cena sea de primera calidad.


Y aunque estaba metido en un lio sonreí pensando en cómo Merida había mantenido la cena caliente hasta que yo llegué a casa.


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Y por fin he podido subir este nuevo capitulo!! XD 
Como podéis ver la relación entre Merida e Hipo aun es muy insegura e inestable, pero una cosa esta clara ellos dos se van cogiendo confianza! En el próximo capitulo Hipo tendrá que llevarse a Merida al entrenamiento que pasara allí entre ellos ( habrá un avance entre ellos xd )

Pienso que la discusión entre ellos a sido adecuada en este capitulo, pues aunque Hipo no es para nada agresivo se a visto presionado por demasiadas cosas y sin quererlo a explotado con ella.  Todo el mundo es humano así que es lógico que él también muestre algo de carácter de vez en cuando xD

Ojala os haya gustado! Opiniones¿? ^^

4 comentarios:

  1. Wow la historia va increíble,cada vez se llevan mejor estos 2 tortolitos XD.Sigue asi chica,escribes fabuloso.Cuidat y te mando besos :)

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  2. Hola!!!

    Vaya, cuanto tiempo sin leer tus historias, tendré que volver a empezar XD. No sé quien me da más lastima; Hipo, por las presiones y las preocupaciones que tiene o Merida, por el esfuerzo de tener mejor relación con Hipo y por estar encerrada sin salir, "porque nadie debe descubrirla". Cuando se ponen a discutir, pensé que Merida le daría un tortazo o algo que hiriera su orgullo, pero quien se ha pasado es Hipo.

    Ahora, a ver como se lo monta para que Merida asista a la arena... jiji, va a ser un espectáculo!

    Buen capitulo, espero con ganas el siguiente!!! Besos, guapa!! ;)

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  3. Jejejeje Merida e Hipo cada vez estan mas cerca...Pelan, es sierto, pero asi empieza el amor ;-;, Me encanta!!!! como.siempre, pero no podia esperar menos de mi sempai! c: Me encanta como va la historia, creo que es muy realista los problemas que planteas dentro de la historia y esi me hace leer con mas emocion, ya que de alguna forma me identifico con la trama...ES GENIAL!!, :3 perdon por tardar tanto en contestar, es que no eh tenido mucho tiempo libre :c, Bueno, besos y abrazos. sempai, TE ADOROO

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  4. ¡Me encanta! Por favor, escribe el siguiente capítulo lo más pronto que puedas, porque si no, ¡moriré se impaciencia! Sigue así, que escribes genial, tienes una creatividad y originalidad envidiables ;)

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