Capitulo IV (Convivencia)
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Hipo, Hipo! Despierta ya!- gritó mi padre.
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Mmm... que pasa ¿?
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Levántate que ya es hora de preparar el
desayuno.
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Ya voy…- Respondí arrastrando los pies.- No
estaría mal que un día aprendieras a cocinar tu.- murmuré saliendo del estudio.
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A un jefe Vikingo no le hace falta saber
cocinar.- Oí que respondía orgulloso. “ Vaya que no” -ironicé.- Encima de la
mesa te he dejado el cerdo que he ido a
cazar.-siguió mi padre.
“Buuhh...Nosotros lo Vikingos comíamos carne incluso en el
desayuno, aunque yo siempre había preferido algo más suave como el pescado. Si
os preguntáis si yo era el bicho raro,
la respuesta era si, sin duda.”
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Vamos Desdentao.
El dragón se levantó y me acompañó hasta el comedor donde se
encontraba la mesa, el fuego y encima, una gran olla.
Empecé a cortar la carne y justo entonces Merida bajó de mi
habitación.
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Buenos días- me saludó bastante despierta y con
su melena pelirroja más enmarañada de lo normal.
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Hola.-La saludé. –Tienes hambre ¿?
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Si, bastante.
Parecía alegre, tenía un despertar mucho mejor que el mío,
que curioso. “Luego lo anotaré”. Pensé mientras me reí internamente.
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Ya no me queda mucho para terminar, mientras
tanto me podrías hacer un favor ¿?
Merida me volvió a mirar enfurruñada y yo baje un poco la
mirada. “Daba miedo…”
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Emm… a Desdentao se le tienen que cambiar el
vendaje, te importaría…
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Lo haré- me respondió.
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Aaa… Gracias.- Me sorprendió de que aceptara tan
rápido.
Vi a la chica acercarse algo nerviosa, a mi dragón. Mi mejor amigo la miraba curioso.
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Bue… bueno… me… me llamo Merida y te voy a
cambiar el vendaje, de acuerdo ¿?-
“Vaya... así que le da algo de miedo Desdentao eh ¿?” Pensé
mirando la escena algo divertido, mientras cocinaba.
De manera disimulada y aprovechando que estaba poniendo la
mesa vi como la chica intentaba con mucho esfuerzo no parecer tensa delante de
Desdentao mientras le cambiaba las vendas. Me fijé en mi furia nocturna que a
diferencia de ella se encontraba bastante cómodo y parecía incluso gustarle esa
chica, pues estaba todo el rato meneando la cola.
Me reí internamente, de nuevo.
Una vez termine llamé a mi padre a la mesa y todos empezamos
a comer. Mi padre estaba al extremo derecho de la mesa, yo me encontraba a su
izquierda y Merida se sentó delante de mí. Desdentao comía pescado a mi lado en
el suelo, en un cuenco de barro.
Mientras comíamos mi padre habló.
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Bueno, ahora que ya tenemos el tema de Merida
solucionado por el momento, podemos volver a preparar tu entrenamiento.
Tosí. Un trozo de carne se me había atascado en la garganta.
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Que ¿?- le solté.
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Lo sabes perfectamente, mañana por la mañana te
reunirás con Bocón en la Arena y empezará tu adiestramiento.
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Papa, te he dicho mil veces que no quiero
hacerlo. No soy bueno para esto.
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No es querer, es tu deber como futuro líder del
clan.
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Papa, escúchame cuando te hablo.- le respondí
-
Hipo no hay discusión.- me miró serio.
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En serio- levanté el tono de mi voz.- porque no
quieres escuchar ¿?!
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Hipo…- su voz se volvió más grabe.
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Sabes que no podre! Yo soy un entrenador de
dragones y tú lo sabes, las luchas no son para mí! Entonces, dime papa, porque
nunca me escuchas ¿?! Por qué no me quieres entender!- exclamé frustrado por
ser siempre ignorado en temas como este.
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PORQUE NO
QUIERO QUE EL PROXIMO JEFE DE LA ALDEA SEA DEBIL!- gritó golpeando con
uno de sus puños encima de la mesa. En ese instante salió un grieta.- Y ahora
solo puedo ver que tú lo eres hijo- dijo bajando el tono de voz.- Eres débil…
Abrí los ojos de modo desmedido. Eso había dolido.
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Cuando me demuestres que eres apto, entonces
empezaré a escuchar lo que me tengas que decir.
Stoiko, el inmenso, se levantó de la mesa.
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Tengo que ir a arreglar unos asuntos con la
aldea vecina.- Oí que me decía.- Regresaré tarde, adiós.
Y luego de esas palabras abrió la puerta y se fue.
Me quede helado… “Porque ¿?” “Porque me había dolido tanto ¿?”
“Sera que era verdad ¿? Si... puede que lo fuera y yo no lo quisiera
reconocer... yo soy débil ¿?”
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Ejem, ejem!- Escuché de fondo.
Desperté de mis pensamientos al recordar que no estaba solo.
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Ah! Lo siento! Me disculpé sin saber muy bien porque
y levantándome de la mesa algo nervioso.
La chica me miró fijamente.
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Tranquilo, no es nada.- comentó sin darle mucha
importancia a lo anterior sucedido ni tampoco a mi disculpa.
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Emm… estoo…- balbucee sin saber muy bien que
decirle. Opte por cambiar completamente de tema.- Hoy tengo el día libre, así
que había pensado en ir a buscar comida para Desdentao. – Mi dragón prestó
atención al oír su nombre.- Quieres venir ¿?- le solté sin pensar.
Ella seguía mirándome con un trozo de carne en la boca. “hehe
que graciosa”.
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Por mi vale.- respondió terminando de comer.
Recogí una enorme cesta hecha con bambú que estaba guardada
en una esquina del estudio. La cargué a mi espalda y emprendimos la marcha.
Salimos por la puerta de atrás. No podía arriesgarme a que
nadie de la aldea viera a Merida. Tenía que cumplir con las absurdas leyes de
nuestra aldea. La verdad es que había pensado en decírselo, pero no sé si eso
la haría aún más desconfiada y no me convenía. No podía arriesgarme.
Echamos a andar por el camino hacia el claro donde tiempo
atrás había mantenido escondido a mi dragón. Era un sitio idóneo para pescar.
Tardamos unos 20 minutos andando tranquilamente. Yo estaba
delante con Desdentao y Merida algo más atrás junto con su fiel amigo Angus. De
vez en cuando me fijaba en que Merida miraba a mi dragón con gesto curioso. Parecía
una niña con un juguete nuevo al que quiere jugar pero no se atreve a hacerlo por
miedo a que la riñan.
Durante el camino le hablé de tonterías (típico de mí,
cuando no sé qué decir ). Le conté mi trabajo con Bocón fabricando y reparando
armas.
Ella se burló un poco de mi al contarle lo mal que me había
salido uno de mis primeros inventos para cazar a un dragón.
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Yo no sé qué te hace tanta gracia.-le respondí
aguantándome yo también las ganas de reír. - Estuve dos semanas sin poder
sentarme bien en una silla!
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Jajajaja!! – rio ella con una enorme carcajada.-
Y que quieres que haga ¿? No puedo creer que haya alguien tan torpe. Jajaja!-
continuó riéndose.
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Oye!- Me quejé haciendo una mueca, como si
estuviera enfadado.
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Pero si se está riendo hasta él.- señaló Merida
a Desdentao.
-
No puede ser.- dije mirándolo.- tú también amigo
¿?!
Desdentao hizo un sonido parecido a la risa y abrió su boca sin
dientes.
-
Porque todo el mundo se mete conmigo ¿?!
-
Eres un blanco fácil.- Respondió ella alzando
los hombros sin darle mucha importancia.- Desdentao asintió con la cabeza.
A veces odiaba que mi dragón fuera tan listo.
Al terminar el largo sendero, llegamos al claro.
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Vaya… Es un sitio precioso.- Se emocionó Merida
al ver toda la nieve que se había acumulado, en el claro, de la noche anterior.
-
Te gusta ¿?- Pregunté dejando la cesta en el
suelo.
Ella asintió involuntariamente. Estaba distraída con el
paisaje.
-
Es nuestro lugar secreto, el de Desdentao y mío-
sonreí.- Aunque también lo conoce Astr…- me callé sin saber el motivo.
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Quién ¿?- Preguntó ahora sí, mirándome.
-
Nadie, nadie.- le dije, repentinamente nervioso.-
Solo nosotros dos. Bueno, ahora también lo sabes tú.
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Y Angus.- Aclaró ella levantando un dedo.
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Si….-sonreí con gracia ante el gesto.- y
Angus…-repetí.
Me quedé mirándola fijamente y ella a mí. En serio, algo
andaba mal con sus ojos azules… “Porque demonios son tan increíblemente claros
¿?”- me pasó por la mente, sin apartar la vista aún, de ella.
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Emm…- Y como siempre que me ponía nervioso o
incomodo empecé a hablar cosas sin sentido. – Estoo… bueno…- balbuce mirándola sin
saber que decir. Parecía hipnotizado por algo, como una fuerza superior.-
emm…en... entonces empiezo a pescar vale ¿?- le pregunte estúpidamente.
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Claro.-respondió ella cortando así el contacto
visual entre nosotros.- A eso hemos venido, no ¿?- Volvió a mirarme divertida
mientras alzaba una ceja y riéndose de que yo hubiera dicho algo tan evidente.
-
Si, si claro…- me giré hacia la cesta incapaz de
seguir sosteniéndole más la mirada. Me agache y la abrí.
Saqué mi caña.
-
Anda, y esto ¿?- preguntó acercándose.
-
Que te parece ¿? Es bonita verdad ¿? Lo he inventado
yo. - Comente orgulloso.
Yo siempre había sido muy inseguro en todo, en todo menos en
mis inventos, y ahora en mi capacidad para entrenar dragones.
-
La llamó caña de pescar.- seguí explicándole.
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Jaja, muy original.- se burló un poco.- No sabía
que los Vikingos utilizarais este tipo de artilugios.
-
Y no los utilizan, ellos son más de pescar con
lanzas, e incluso con sus manos, pero… yo... bueno…no se me daba muy bien pescar
de ese modo, así que inventé la caña para poder pescar como los demás.-sonreí.
La chica pelirroja abrió ligeramente los ojos y me miró con
algo parecido a la ternura ¿?
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Vaya… eres un chico con recursos, eh ¿?
-
Sí, eso intento.
Tras esas palabras me acerque a la orilla hice un hueco en
la fina capa de hielo y me puse a pescar. Merida me había dicho que no era lo
suyo esperar sin hacer ruido ni moverse
y que ella, junto con Angus, irían a pescar con su arco al otro extremo del
claro. La observé irse a grandes zancadas.
Tenía que reconocer que Merida era una chica muy graciosa.
Mientras estaba en silencio pescando, me puse a pensar en lo
que me había dicho mi padre. Era algo muy duro de escuchar. Que pasaba ¿? Es
que mi talento para entrenar dragones no era suficiente ¿? Yo no servía para
luchar cuerpo a cuerpo, mis habilidades eran de otro tipo. Y si para ser un
buen jefe tenía que saber luchar… Entonces tal vez no sirviera para ser un buen
líder, tal vez sí que era alguien débil…
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Ei!- Algo viscoso me rozó la cara. Me giré y
allí estaba ella, sonriente. Dándome un toque con un…
-
Pez ¿?
UGH! Qué asco!- exclamé al darme cuenta de que estaba rozándome la mejilla con
él.
-
Te he llamado varias veces, pero como no respondías,
he optado por algo más eficaz.- sonrió.
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Genil, ahora oleré a pescado todo el día.-refunfuñé.
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Vamos no es para tanto.- suspiró- Si es que los
hombres os quejáis por cualquier cosa. Mira Desdentao! Te he traído peces a ti
también!- sonrió.- Quieres¿?- le preguntó enseñándole uno.
Mi dragón se levantó contento y empezó a dar vueltas
alrededor de ella.
-
Entonces tendrás que ayudarme a hacer fuego, vale
¿?—continuó diciendo ella. Desdentao le lamió la cara.
Merida se tensó un poco, parecía que aún no se acostumbraba
a los dragones.
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Hipo!- me llamó.- Tu trae la leña, de acuerdo¿?
-
Que mandona es…- murmuré bajo y me levanté para
ir a buscar algunas ramas.
Mientras iba a hacer mi tarea oí que la chica hablaba con mi
dragón. Disimuladamente y cogiendo algunas ramas del suelo puse atención a las
palabras de ella.
-
Sabes aún no confío mucho en vosotros, pero … parecéis
buenas personas, jaj, bueno y dragones,
claro- Rio haciendo una pausa.- Suerte que estas con él, eh¿? Formáis un buen
equipo.- Hizo otra pausa, que yo aproveche para ir algo más lejos a coger algún
que otro tronco pequeño. – Emm… y… Oye…-
siguió ella hablando.- Siento lo de la ala, vale ¿?- oí apenas el murmullo de
su voz, al estar algo lejos.- Espero que mejores pronto.
Oí un gruñido simpático en respuesta y sin darme cuenta,
sonreí. Esa chica era muy tozuda, sí. Pero tenía su lado bueno. Más bien pretendía
ser dura, aunque en realidad había
ciertas ocasiones en que mostraba que no lo era.
Tal vez la convivencia con ella no fuera fácil, pero ahora
me parecía algo menos difícil que antes.
“Si, creo que nos llevaremos bien”- sonreí de nuevo mientras
regresaba con la leña en mis manos.
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Y hasta aquí el cuarto capitulo ;D La verdad es que cada vez me gusta más escribir esta historia ! ^_^ Muchas gracias a todos los que os la leeís y me apoyais! :3
Aunque Merida e Hipo aún no confían el uno en el otro completamente, parece que se van haciendo amigos poco a poco ( a mi siempre me han gustado más los romances lentos, porque considero que son más auténticos, así que su relación avanzara poco a poco )
Como esta historia esta hecha desde la perspectiva de Hipo, no sabemos del todo que piensa Merida, pero intentó reflejarlo lo mejor posible. =) Y aunque Hipo no se da cuenta, es Merida quién en este capitulo y en varias ocasiones le interrumpe sus pensamientos negativos a propósito, para que no se deprima. ( Si es que en realidad es una buenaza xD)
Opiniones¿? ;D