Capítulo VI (Proximidad)
-
Hipo! Hipo!- me llamó gritando y zarandeándome.-
Vamos levanta! Hoy es tu día de entrenamiento!
Me froté los ojos y perezosamente me levanté de mi cama
improvisada en el escritorio.
-
Se puede saber porque estas tan contenta¿?
-
Y quién no¿?! Hoy voy a salir!- exclamó la chica
sonriendo.
La miré algo cohibido “ cierto, se lo prometí”. Ella parecía
tan contenta, a pesar que algún que otro día me había acompañado al claro del
bosque, para ella hoy era un salir diferente. Hoy significaba pasar el día
fuera y no estar encerrada en estas cuatro paredes. “Sé que se lo prometí, pero
aun así, ella no debería…”
-
Que ganas!- interrumpió mis pensamientos
contenta.- Cuanto llevo sin salir¿? A parte de ayer al claro, hace ya 8 días, verdad
¿?
“Si, hacía más de una semana que estaba en casa”
-
Venga ponte en marcha, vamos!- Dijo contenta.
-
Escucha… Merida… no creo que sea una buena idea
que tu…
-
Vamos, vamos- me ignoró cogiéndome el brazo y
estirándome hacia al comedor.- He preparado el desayuno. Tu padre me ha dicho
que estaría fuera todo el día y que no podría supervisar tu entrenamiento.
-
En serio¿?- Levanté la mirada esperanzado “
entonces tal vez podría escapar y evitar el entrenamiento”- sonreí.
-
Por eso me ha dicho que un tal Bocón lo hará por
él.
De pronto todo mi buen humor se evaporó.
-
Que¿?
-
Bocón, bueno creo que se llamaba Bocón, que
pasa¿? No te suena¿?
Suspiré hastiado.
-
Sí, claro que me suena.- dije en voz baja ,
mientras me sentaba y empezaba a comer.- Es mi mentor y el mejor amigo de mi
padre.- le conté.
-
Entonces no hay ningún problema, no¿? Es alguien
de confianza.- respondió segura.
-
Si.- respondí levantando los hombros.
Nos quedamos en silencio y ambos comimos el desayuno.
Merida parecía incómoda con eso y de pronto me soltó.
-
Oye.- la miré.- Sé que no te apetece nada
realizar este entrenamiento, pero creo que a la larga, será algo bueno para ti.
-
Bueno¿?- pregunté incrédulo.
-
Si.- Afirmó.- Creo que en cierto modo tu padre
te está preparando para que seas un buen jefe.
-
Pero, yo no sirvo para ello. Es imposible para
mi…
-
Inténtalo.
-
Que¿?
-
Si no lo intentas no podrás saberlo.- me dijo
levantando los hombros y quitándole importancia.
-
Intentarlo¿?- Fruncí el cejo. - Me estás
diciendo que intente matar ¿?
-
No.- me miró.- Te estoy diciendo que intentes luchar,
intentes aprender y al final intentes demostrarle a tu padre la clase de
persona que eres y el camino que has elegido.
-
Espera me estás diciendo que aprenda a luchar,
sin llegar a matar ¿?- interrogué confundido.
Ella asintió sonriendo.
-
Sí, porque en el fondo eso es lo que quieres, verdad
¿?
- “Verdad”- Pensé para mí
mismo. Ella volvió a asentir satisfecha
con mi expresión. Y en ese momento, tal vez por primera vez, me pare a observar
atentamente a esa chica. Su espalda, su cabello, su altura, sus brazos, su
cara, sus ojos…
Quien era ella¿? Que le había pasado
¿? Como habíamos llegado a este punto ¿? No lo sabía, pero en cierto modo no
quería saberlo, porque tal vez si descubría más de la cuenta, todo esto
terminaría e inexplicablemente no quería que esto sucediera.
-
Hoy…- carraspee.- Hoy como única excepción te
dejaré ir a ver mi entrenamiento y así salir de esta casa- ella abrió los ojos
sorprendida y abrió la boca haciendo un ademán de una sonrisa.- pero tendrás
que hacer todo lo que yo te diga.- continué.
Ella asintió efusivamente.
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-
En serio, porque demonios tengo que ir así ¿?! –
se quejó mi “invitada personal”- Es ridículo.
-
SSSH!! Cállate!- la reprendí para que no la oyera
nadie.
Íbamos camino hacia la arena. Bocón la había reservado solo
para nosotros dos, así que por suerte no habría nadie observando mis lecciones.
Buenoo…o casi nadie… Miré hacia Desdentao, que su única ala buena cubría a
Merida, quién iba agachada debajo. La idea era ir así, de este modo cubierta
por mi dragón si alguien se acercaba más de lo debido Desdentado sabía que tenía
que enrollar el ala y Merida quedaría completamente dentro, digamos pegada al
cuerpo del furia nocturna quién la agarraría con sus patas simulando un abrazo,
del mismo modo que hizo conmigo el día en qué perdí mi pierna.
-
Si llego a saber esto no hubiera accedido tan rápidamente.-
Refunfuñó mientras andaba agachada debajo de Desdentao.
-
Quién fue la que dijo que vendría costase lo que
costase¿?
Ella volvió a refunfuñar algo que no logré entender, pero
parecía desagradable y dirigido hacia mí.
-
Pues este es el precio.- reí totalmente contento
por la graciosa situación.
Tras una no muy larga caminata llegamos a la arena. Observé
todo el campo detenidamente.
En las gradas de arriba no había absolutamente nadie, bien,
eso me tranquilizaba, así sería mucho más fácil esconder a Merida.
Les dije que se quedaran allí en las gradas para que
pudieran ver bien el centro del estadio sin llamar demasiado la atención.
Le prohibí terminantemente a ella que se asomara más de lo
debido para ver lo que quería. Debía permanecer quieta y lo más pegada a
Desdentao que pudiera.
Me despedí al ver que se colocaban en un sitio de las tantas
gradas para ver la arena y me dirigí a ella. Bajé por una rampa de piedra y
entré. Allí de pie me esperaba Bocón con impaciencia.
-
Ei Bocón!- le saludé acercándome hasta él.
-
Al fin llegas Hipo, creí que ibas a salir por
patas!- rio.
Y ahí estaba, como
siempre, el humor absurdo de Bocón. “ Por patas¿? Que gracioso… sobretodo
sabiendo que una de mis piernas era ortopédica.” Por suerte sabia como era y no
me molestaba por sus bromas, pues sabia de sobra que si me las hacía era porque
me tenía mucho cariño.
-
Pues ya ves.- respondí siguiendo con la broma.-
No creo que pudiera ir muy lejos de todas maneras.- ironicé mostrándole mi
pierna metálica, mientras la levantaba un poco del suelo.
-
Hahaha, bien entonces…- Bocón me mostró todo un
tablero de madera del que colgaban todo un arsenal de distintas armas.- Primera
lección, escoger una arma. Como sabrás cada Vikingo debe elegir un arma que
utilizará toda su vida, es una tradición de…
-
… de generaciones, lo sé, lo sé, por suerte o
por desgracia soy bueno memorizando cosas.
Noté un buen golpe en mi cabeza y me di cuenta de que Bocón
me había dado una colleja.
-
Auch!- me quejé.
-
No seas tan creído y no interrumpas listillo.
Me sobe la cabeza mientras Bocón seguía hablando, de una
cosa estaba seguro, Bocón, ese nombre le iba como un guante para alguien que no
sabía callar.
-
En fin, entonces si ya conoces el procedimiento
escoge una, mientras voy a prepararme, ahora vuelvo.
Bocón volvió sobre sus pasos y subió por la rampa de piedra.
Le seguí con la mirada y le vi por encima, en las gradas. Cuando empezó a pasar
por el lado de mi dragón, Desdentao cerró los alas, ocultando así, a cierta
chica pelirroja. Vi que él se acercó a mi furia nocturna y lo saludó alegre y
siguió andando, saliendo así de mi campo de visión. Suspiré aliviado. Volví a
mirar al tablero de manera pensativa.
“ Que tipo de arma seria mía por el resto de mis días¿?”
Me fijé en todas
ellas. La primera fue una hacha. Tenía un tallado hermoso y había visto a muchos
de los Vikingos de la aldea usarla de manera muy eficaz. Astrid la usaba…
Extendí la mano dispuesto a cogerla. Una vez la alcanzara ya sería mía para
siempre.
-
Esa no es para ti!
Mi mano se detuvo y mis ojos se abrieron asustados. Me giré
rápidamente y alcé mi cabeza hacia las gradas.
-
Se puede saber que estás haciendo ¿?!- grité.
Merida estaba muy cerca de las vallas de hierro que cubrían
el campo de entrenamiento. Desdentao estaba a su lado, muy cerca, pero no la cubría
con su ala.
-
Qué más da ¿?! No hay nadie ahora!
-
Desdentao!- reñí a mi dragón ignorando la
respuesta de Merida.
El furia nocturna levantó un poco los hombros y giró
levemente la cabeza. Parecía que no era nada fácil mantener a esa chica debajo
de él.
-
No me ignores y escúchame!.- se quejó ella.- El
hacha no te ira bien, hazme caso y escoge otra cosa.
La miré confundido. “ No es para mí¿?”. Bueno la verdad es
yo no era muy bueno con las armas, tal vez tendría que dejarme aconsejar.
Volví a mirar el
tablero. La segunda arma era un arco, tal vez era esa arma… y además tenía a
Merida para que me enseñara.
Acerqué el brazo nuevamente y miré hacia las gradas. La
chica arrugó la nariz y sacó la lengua, mostrando una mueca de “asco”¿?
“Entonces esta tampoco¿?”. Seguí observando y vi un martillo
enorme de hierro forjado. El arma de mi padre era el martillo…
“ Tal vez esta…”
La señalé y miré otra vez hacia arriba. Merida negó
fuertemente con la cabeza.
-
Pero… que… se puede saber porque no puedo coger
nada¿?! Eres muy cabezota!
-
Tú sí que eres un cabezota, hazme caso y sigue
buscando.- me respondió.
-
Entonces que hago¿?!- Me quejé.
-
Solo escoge lo que te llame la atención! Y no te
quejes!
Suspiré cansado. “ Algo que me llamé la atención, eh¿?”
Volví a mirar todas las armas, había cuchillos, ganchos,
lanzas, mandobles, hachas… y entonces me fijé. Mi atención se dirigió hacia una
pequeña espada. No era muy común en los Vikingos utilizarlas, pues eran más
delicadas y necesitadas de habilidad y técnica. En cambio los Vikingos eran
mucho más toscos a la hora de emplear sus armas por ese motivo estas eran mucho
más bastas, fuertes y de gran tamaño.
Cuanto más grande y pesada fuera el arma más fuerte se
consideraba al Vikingo que podía llevarla.
Sin siquiera observar el criterio de Merida, la cogí como hipnotizado
por ella. Esa sería el arma de mi vida… Entonces hice un movimiento de ataque.
Era ligera y fácil de manejar. Miré hacia la chica con espada en mano y
sorpresivamente vi que ella estaba sonriendo y mantenía alzado el pulgar de su
mano derecha.
Sonreí contento. No sabía exactamente porque pero me hacía muy
feliz ver la aprobación de Merida en una decisión mía.
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Andábamos los tres sin rumbo por las afueras de la aldea.
Merida podía ir mucho menos tapada, pues no solía haber nadie en la parte de
los bosques.
El entrenamiento no había sido muy largo ni tampoco duro.
Hoy solo fue una primera toma de contacto con mi arma y con mis futuras
lecciones.
Cuando Bocón regresó se extrañó de mi curiosa elección de la
espada, no obstante no le sorprendió para nada.
-
Como
siempre, era de esperar que eligieras algo fuera de lo común. Las personas
raras elijen caminos raros.- se echó a reír y me dio un par de golpecitos en la
espalda contento y luego me siguió comentando sobre mis lecciones de los
próximos días.
Tendría que asistir tres días por semana y realizar
ejercicios de fuerza y resistencia. Debería aprender a manejar mi arma y a
hacerme hábil. Una vez dominado eso, tendría que pelear con seres vivos reales,
y eso era lo que más me inquietaba. De momento no quería pensar mucho en ello.
-
Hipo!- me llamó la chica sacándome de mis
pensamientos.- Podemos quedarnos un rato aquí¿?
Miré alrededor y me di cuenta que nos encontrábamos en el
claro donde tantas veces había ido con Desdentao y que recientemente Merida había
descubierto.
-
De acuerdo.- Asentí sonriente ante la alegre
emoción de Merida. “Es como una niña”.- me dijo a mí mismo.
Me senté al lado del claro y vi como Desdentao se acercaba
alegre a Merida. Movía su cola contento y acercó su hocico a ella para que le
acariciara la cabeza. Ella, aunque un poco cohibida por la cercanía del dragón,
le tocó la cabeza sin reparos.
Mi dragón cerró los ojos y sonrió al contacto.
La verdad es que era sorprendente como mi furia nocturna se había
encariñado con la chica pelirroja. Que motivo tendría para que se encariñara
tanto con ella ¿? Porque le llamaba tanto la atención ¿? Quién era ella realmente
¿?
“Es cierto, quién es Merida ¿?” A pesar de haber convivido
con ella unos días apenas sabía nada de ella.
-
Oye Merida.- la llamé curioso.- La verdad es que
no se mucho de ti. Tal vez sería bueno conocernos mejor, ya que vamos a
convivir un tiempo, que te parece¿? También puedes preguntarme cualquier cosa a
mi.- le comenté sincero.- Que hacías allí en el bosque, en el que te encontré ¿?
Ella se acercó a mí y se sentó a mi lado.
-
Me fui a dar un paseo con Angus. Me gusta salir
de casa sabes ¿?.- me dijo dándome una indirecta.
-
Hehehe, ya, me imagino.- Contesté captando la
indirecta de que durante su estadía aquí ha tenido que permanecer encerrada en
mi casa.- Suerte que llegamos antes que el oso, eh¿?
Ella esquivó mi mirada y no me respondió.
-
Oye sé que sonara algo raro, pero… ese oso…
porque parece que no quieres que hablemos nunca de él ¿?
Ella me miró enfurruñada y seria.
-
Es complicado.
Intuí que ella aún no confiaba lo suficiente en mí como para
contarme sobre ese oso misterioso, pero esperaba conseguir que me lo contara en
algún momento.
-
Bien, quiero preguntarte yo una cosa.
-
Dispara.-le dije interesado ante su pregunta.
-
Tu padre me cae bien.- me dijo.- pero parece que
no te llevas muy bien con él. Siempre ha sido así ¿?
Suspiré. Una pregunta incomoda.
-
Es complicado.- respondí.
-
Jajaja.-rio ella ante mi respuesta.- En esto de
las preguntas incomodas nos escaqueamos con la misma respuesta.
-
Hehehe.- me reí con ella.
Al final terminamos riendo juntos.
-
No te escaques de mis preguntas.- Me dijo aun
sonriendo mientras cogía una bola de nieve y me la tiraba en la cara. – Haha.-
se burló de mí.
Me limpié la cara con mi antebrazo derecho y luego cogí
nieve también.
-
Lo mismo digo!- le grité manchándole la frente
con el frio elemento.
-
Que te has creído!- exclamó Merida contratacando
con más nieve.
Sin darnos cuenta nos levantamos y empezamos una guerra
absurda. Nos reímos, nos ensuciamos y yo personalmente me olvidé de todo lo que
significaba ser jefe.
-
Jajaja!- me señaló ella.- Eres muy malo en esto
Hipo! Bocón tendrá mucho trabajo contigo!
Abrí los ojos haciéndome el ofendido.
-
Que ¿? Con que eso crees, eh ¿? Ahora verás! –
Corrí hacia ella dispuesto a hacerla caer en la nieve y dar por concluida la batalla
con mi victoria, pero como en muchas de las ocasiones, las cosas no me salieron
como tenía previsto.
Justo cuando la iba a agarrar, resbalé a causa de un trozo
de hielo que cubría una pequeña roca. Mi pierna ortopédica no soportó mi peso y
me caí abalanzándome sobre Merida.
-
Uaaah!- grité
-
Que, que haces ¿?!- gritó ella cayéndose.
-
Auch!- me quejé tras el golpetazo. Abrí los ojos
tras haber caído. Entonces me di cuenta. Había terminado encima de ella. De…
Merida.
Abrí los ojos en señal de sorpresa, pero fui incapaz de
moverme.
Ella apretó la mirada y sus cejas, enfurruñada.
-
Que pasa ¿? Tengo algo en la cara ¿?!
No pude responder o en todo caso no me acuerdo. “Azules…
siempre son tan azules…”-pensé absorto.
Los ojos de Merida eran hiptonizantes, grandes y muy
redondos. Era como un animal salvaje, incapaz de ser domada, y también eran atrayentes…
muy atrayentes…
-
Hi…Hipo ¿?- oí que me llamaba.- Que… que haces ¿?-
preguntó nerviosa.
Entonces me di cuenta, inconscientemente me había acercado
peligrosamente a ella. Todo mientras estaba mirando sus ojos.
-
Aaaahh!- exclamé echándome para atrás y
quedándome sentado por el impulso.- Waaa…eeemm…aaa…- tartamudeé sin saber
realmente que decir.
-
Estas raro…- dijo ella incorporándose y
evitándome la mirada. Se limpió su vestido con las manos y me miró hinchando
sus mejillas sonrojadas y con sus cejas típicamente fruncidas.
Me sonroje tan violentamente que sentí mi cara arder. Me
levanté rápidamente sin mirarla y me dirigí a mi dragón. Lo acaricié de
espaldas a la chica.
-
Te…tendríamos que regresar ya.- le dije sin
girarme.- Mi padre llegará pronto y es mejor que no sepa que has salido.
-
De
acuerdo.
De espaldas oí que ella se adelantaba y yo subía a lomos de Desdentao evitando tocar su
ala herida.
El camino de vuelta fue en silencio, pero apenas me percaté
de ello. Por mi mente solo me pesaban las imágenes de las escenas anteriores.
“Esos ojos… sus ojos…”
Ese azul es algo
único… pero si Merida no me hubiera detenido, si no me hubiera
preguntado que hacia… que habría llegado a pasar ¿?
Yo ni siquiera me había percatado de que estaba tan cerca de
ella.
Agité mi cabeza de lado a lado para despejar mis
pensamientos, pero fue inútil.
Observé la espalda de la chica andando delante de mi.
“Yo tengo a Astrid… lo sé. Astrid ha sido la chica que
siempre me ha gustado. Pero… aun así, últimamente mis ojos no podían apartar la
mirada de la chica que había conocido hacia una semana, esa chica que siempre fruncía el ceño, esa que sonreía con la boca abierta,
esa que poseía esos ojos tan azules.
Bajé la mirada y suspiré.
-
Esto va mal…- murmuré para mi mismo.
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Tachaaan!! Increíble, por fin nuevo capitulo!! ;D Espero que la gente que se lee este fic no se haya
cansado de esperar!!
Como podeis ver en este capítulo la relación entre Merida e Hipo no solo es algo complicada sino que
tiene muchos altibajos. Atracción o discusiones, amistad o algo más¿?
Ahora por ahora solo podemos esperar a ver como se desarrollan los acontacimientos! xD
Recordad que este fic esta visto desde la prespectiva de Hipo, pero siempre intento dar a entender lo que pasa por la cabeza de Merida, con el tiempo incluso lo haré más notorio para que se sepa que es lo que ella piensa exactamente!
En fin espero que os haya gustado y me encantaria saber que os a parecido!
Opiniones¿? ^^